Había una vez, en un lugar muuuy lejano y hace mucho tiempo, un bosque mágico, de pinos muuuy altos y otros bellos árboles y flores silvestres preciosas.
En ese bosque, vivían muchos animalitos. Unos se oían por aquí; otros por allá. ¡Escucha!:
¡rsss rsss! Ese sonido tan suave, es producido por las mariposas al aletear. Solo los oímos las personas con magia.
Cada una de ellas, empezó siendo un huevecito; después, una oruga muy pequeña; pero tenía un hambre enorme. Así que comió y comió, hasta que finalmente se convirtió, como todas las orugas, en una bella mariposa.
Esa transformación, parece mágica y lo es: “la magia de la metamorfosis de la naturaleza”.
¡Bzzzz! ¿Quién hace ese sonido? Es “La abeja” y eso se llama: zumbar. Estas que viven aquí, son unos insectos muy trabajadores y se dedican a visitar todas las bellas flores del bosque, repartiendo el polen que recogen, por todas partes, para que sigan creciendo más plantas y a fabricar una rica miel.
¡Croa-croa! ¿Quién hace ese sonido? Es “Una rana” y eso se llama: “croar”. Está en esa charca.
Son anfibios; que quiere decir, que son capaces de vivir tanto dentro como fuera del agua.
El ciclo de vida de las ranas, es otro de los milagros curiosos de la Naturaleza.
Primero los pequeños huevos son puestos en el agua, de estos huevos salen los renacuajos, quienes pasan su tiempo en el agua nadando, comiendo y creciendo.
Los renacuajos respiran por branquias (como los peces) y tienen cola.
En la siguiente etapa a los renacuajos les crecen patas y luego brazos.
Más tarde, cuando la rana empieza a madurar, ya respira por medio de pulmones y todavía tiene parte de su cola, que después, es absorbida por el cuerpo.
¡Cri-cri! ¿Quién hace ese sonido? Es “Un grillo” y eso se llama: “chirrido o canto el grillo”. El que produce esos sonidos, es el macho para atraer a la hembra y en ocasiones para ahuyentar a otros machos
Son unos insectos guerreros, que defienden su territorio de otros grillos intrusos, luchando contra ellos.
Saltan con sus patas traseras y hacen su vida, normalmente de noche.
¡Pío, pío! Es un pájaro y al sonido que emite, se le llama, “piar”
Son, aves y todos los que habitan en este bosque, son preciosos y sus cantos son muy agradables.
Unos, hacen sus nidos con paja y pequeñas ramitas que ellos mismos recolectan; otros utilizan pequeños orificios en la roca para hacer su casita y otros, los construyen, mezclando barro con paja.
En esos nidos la hembra pone los huevos y los empolla, hasta que nacen y después alimenta a sus crías y las mantiene a salvo, hasta que pueden valerse por ellas mismas.
¡Uh-uh! Es un búho y ese sonido que emite, es “ulular”
El búho, es un ave nocturna.
Como sus ojos no pueden moverse, puede girar su cabeza muchísimo.
Cuando cazan por la noche, son muy silenciosos y tienen muy desarrollada la vista y el oído.
Bueno; pues estos maravillosos animales y muchos más, convivían en este mágico bosque.
¡Uy; escucha! Otro sonido:
¡Auuuuuuu! ¡Auuuuuuu! ¡Auuuuuuu!
¿Quién hace ese sonido? Es “El lobo”.
¡Siii!; también vivían lobos.
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¿Lobos “feroces”?.
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¡Noooo!. Estos lobos, eran buenos. Los animales, no son malos; lo que ocurre es que (sobre todo con los animales que viven en libertad), tenemos que tener cuidado con ellos, porque como no nos conocen, pueden pensar que queremos atacarles y defenderse atacando ellos. Para evitarlo, lo mejor es no acercarse a donde están ellos y por supuesto, como no son malos, no hacerles ningún daño
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Bueno y ahora que ya conocemos a los animalitos y las plantas que convivían en el bosque, vamos a conocer qué otros animales y qué personas, compartían ese bonito lugar:
En un extremo del bosque, había una bonita casa en la que vivía, con su mamá, una niña muy dulce y cariñosa; muy guapa, muy lista y muy valiente.
Como mascota y amiga, tenía una ardilla muy lista a la que quería mucho y que le puso de nombre “Peladilla”.
En la parte trasera de la casa, tenían una pequeña granja con un gallo unas gallinas, una vaca y una ovejita.
El gallo, les despertaba al amanecer; de las gallinas obtenían huevos; de la vaca, leche y de la ovejita, lana. A cambio de todo esto, Caperucita y su mamá, cuidaban, alimentaban y daban amor a estos animalitos.
¿Sabrías imitar el sonido que produce alguno de ellos?
Prueba a ver: ¿el gallo? (canta o cacarea < Quiquiriquí >), ¿la gallina? (cacarea o cloquea <Clo-clo>) ¿la vaca? (muge <muuuu>), ¿la ovejita? (bala <beee, beee>)
Caperucita, era muy feliz, viviendo en ese lugar con su mamá, con Peladilla y con el resto de animalitos y además, como el bosque era mágico y Caperucita, creía en la magia, podía entender perfectamente todo lo que decían los animales cuando emitía cada uno su particular sonido.
Hace tiempo, la mamá de Caperucita, le hizo una capa, con una capucha muy bonita y le gustó tanto, que siempre que podía, iba con esta ropa y aunque tenía un nombre muy bonito, desde entonces, todos la llamaban “Caperucita roja” y a ella, le gustaba.
De la casa de Caperucita, partían dos caminos. Uno de ellos, llevaba a casa de su amigo “el leñador”. Este, vivía en una casa, que se había construido en una explanada en el centro del bosque. Caperucita y su mamá, se reunían con él de vez en cuando a charlar, mientras merendaban y se lo pasaban bien. Además, su amigo leñador, les cortaba leña para calentarse los fríos inviernos.
El otro camino, llevaba hasta el otro extremo del bosque, donde en una casa un poco más pequeña, pero igual de bonita que la de Caperucita, vivía la abuelita de Caperucita a la que la niña adoraba y muy frecuentemente, se reunían Caperucita, su mamá y su abuelita, unas veces en una casa y otras veces en la otra.
Su abuelita, le contaba bonitos cuentos y además, hacía una tarta de fresas de “rechupete”
Ese día, era el cumpleaños de Caperucita y como todos los años, había invitado a su casa a su amigo el leñador y a su abuelita y para celebrarlo, su mamá, había preparado el helado preferido de Caperucita: “helado de mora con nata y cereza”. ¡Hmmmm; qué rico!
Además, estarían en su fiesta, su mascota Peladilla la ardilla y también pensaban invitar al gallo, las gallinas, la vaca y la ovejita.
¡Como todos los años!, -“suspiraba Caperucita”, en una mezcla extraña de sentimientos de felicidad y tristeza-
Con ellos, se lo pasaba muy bien, pero tenía un gran deseo con el que siempre soñaba:
¡Tener alguna vez una fiesta de cumpleaños, con muuuchos amiguitos!
Caperucita, por indicación de su mamá, tomó el camino que llevaba a casa de la abuelita, para invitarla y después ir con ella, en busca del leñador.
Por el camino, fue cogiendo bellas flores, para adornar la casa, para que su fiesta fuese más bonita.
Llegó a casa de su abuelita y después de darle un abrazo muy fuerte, le dijo:
He venido a avisarte de que es mi cumpleaños y a que después de que pasemos a avisar a nuestro amigo el leñador, irnos todos juntos a mi casa con mamá y los animalitos a celebrarlo.
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Hola Caperucita. Me alegro de verte. Espera que coja un rico pastelque te he preparado para la fiesta. Es tu preferido: “Pastel de merengue y fresas del bosque”
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¡Qué rico, abuelita. Me encanta. Muchas gracias!
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La abuelita y Caperucita, se cogieron de la mano y partieron en busca del amigo leñador, caminando por el otro camino, que llevaba hasta su casa.
Cuando llegaron a casa del leñador, este se alegró mucho de verlas y le dijo a Caperucita:
Espera un segundo que coja los globos que he comprado para tu fiesta y nos vamos los tres juntos a celebrarlo.
Se fueron los tres muy contentos por el camino que llevaba a casa de Caperucita, cuando, de pronto…
¡Se oyen gritos, abuelita. Qué miedo! -Dijo Caperucita-
¡Tranquilas!, dijo el leñador, tengo mi hacha para defenderos.
¡Socorrooo, socorrooo! –Se oía cerca de ellos-
También se oía: ¡Nosotros solos, no podemos!
Se acercaron más y vieron al lobo, que se había caído en un agujero profundo y no podía salir.
Para intentar sacarlo del agujero, habían acudido todos los animales del bosque y le habían metido en el hoyo, una rama muy larga, para que se agarrase a ella y desde arriba, todos en fila, cogían la rama y tiraban con fuerza para sacar al lobo de allí.
¡Casi, lo conseguían!; pero les faltaba un poquito más de fuerza, para conseguir su propósito.
Al ver a Caperucita y a su abuelita, todos los animales, les pidieron su ayuda y como Caperucita, podía entenderlos, se lo comentó a su abuelita y ella (la abuelita), le dijo a Caperucita:
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Me parece bien ayudar a los animales a sacar al lobo, pero… ¿No nos harán daño?
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El leñador, dijo: les amenazaré con mi hacha
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Caperucita, comento a los animales del bosque la preocupación y el miedo de la abuelita y del leñador y los animales le dijeron que no tenía que preocuparse. Ellos eran buenos y si no habían tenido relación con el leñador, Caperucita y su familia anteriormente, era porque les ocurría lo mismo que a ellos, que les daba miedo lo desconocido y diferente.
Cuando oyó esto la abuelita, se quedó más tranquila y comprendió que es cierto que aunque los miedos a lo diferente, son naturales, no debemos prejuzgar a nadie que no conozcamos y que, todos podemos ser buenos o malos independientemente de donde procedamos. Estos animales por ser mágicos y las personas, por ser personas, podemos elegir, ser buenos o malos y para ser felices, deberíamos todos elegir ser buenos.
El leñador, también comprendió que sus miedos eran infundados y pensó que, en vez de utilizar el hacha, para amenazar o atacar, lo que haría con ella, sería, cortar alguna rama más y con una cuerda que tenía, unirlas para que al ser más largas, llegase mejor al fondo del agujero en el que se encontraba el lobo.
Metió las ramas en el agujero y ya podía el lobo agarrarse mejor.
Entonces, tiraron con fuerza todos los animales del bosque y el leñador, la abuelita y Caperucita y pudieron sacar al lobo.
¡Muchas gracias, Caperucita!; dijo el lobo.
Y muchas gracias, abuelita y leñador.
Caperucita, respondió:
Solamente, lo podíamos conseguir, si colaborábamos todos a la vez.
Es cierto – Dijo el lobo- ¡Muchas gracias a todos!
El lobo salió muy agradecido y todos vieron que al caer el lobo, se le había roto toda su ropa.
Entonces, la abuelita, le dijo que podían volver a su casa que estaba cerquita y le dejaría ropa suya.
Así lo hicieron y el lobo, se vistió como la abuelita, porque tenía un poco de frío.
Todos alabaron su aspecto, con esas ropas de la abuelita y le dijeron que estaba muy guapo.
Después, todos los animales del bosque y especialmente el lobo, dieron las gracias a Caperucita, a su abuelita y al leñador y les dijeron que a partir de ahora, ya no tendrían miedo de ellos y los consideraban sus amigos.
Caperucita, la abuelita y el leñador, les dijeron que ellos también pensaban igual y que también los consideraban nuevos amigos y para siempre; así que Caperucita, pensó que sería magnífico y además se cumpliría su gran ilusión, si los invitaba a todos a su cumpleaños y ellos aceptaban.
Les dijo:
-Quedáis todos invitados a mi cumpleaños. ¿Queréis venir?
- ¡Siiiiiiii! – Respondieron todos al unísono.
- Pues os espero a todos en mi casa, dentro de media hora.
- No faltaremos Caperucita. Muchas gracias.
Media hora después, cuando ya estaba Caperucita en su casa con su abuelita, el leñador, su mamá, Peladilla, el gallo, la gallina, la ovejita y la vaca, con todo preparado para la fiesta, aparecieron toooodos los animales del bosque y cada uno de ellos con un regalo: flores preciosas, miel, nueces, fresas y un montón de cosas más.
Caperucita, al ver su sueño cumplido y tantos amigos y tanta alegría, estaba más feliz que nunca.
Le cantaron entre todos, la más bella canción del mundo, mientras las mariposas y los pájaros, le dedicaban sus mágicos vuelos, con vertidos en bailes.
¡Los amigos, son algo maravilloso y los sueños, se pueden cumplir!
¡Felicidades Caperucita!
¿Sabíais que las onomatopeyas son un ejercicio fundamental para el desarrollo del lenguaje?
A través de ellas podemos trabajar la atención y discriminación auditiva, así como la imitación vocal. Además, acerca a los niños a su entorno y a conocer que elementos producen sonidos onomatopéyicos.